



Varias empresas chinas están pagando a sus empleados por adelgazar, ofreciendo bonos de hasta 500 yuan por cada 500 g perdidos, o participaciones en “bootcamps” de pérdida de peso para incentivar estilos más saludables.
Si bien estas iniciativas han reducido kilos entre el personal y generado entusiasmo, expertos advierten sobre los riesgos de presión excesiva, discriminación o invasión a la privacidad si no se implementan con cuidado.
Según reporta el medio South China Morning Post, compañías como Insta360 de Shenzhen propusieron “bootcamps” de tres meses con recompensas monetarias: por cada 500 g perdidos, se paga entre 200 y 500 yuan; en total, han entregado más de 980 mil yuan entre participantes.
Otra firma impuso un sistema claro: perder 500 g se recompensa con 500 yuan (unos 70 dólares o 1,300 pesos mexicanos), pero recuperar ese peso costará 800 yuan (2 mil pesos) por cada 500 g ganados.
Programas organizados por turnos de 30 empleados funcionan como “campamentos de adelgazamiento”. En éstos, el trabajo en equipo impulsa a los participantes, y quienes no cumplen las metas arriesgan todo el bono compartido.
Las empresas defienden estas medidas como parte de una cultura de bienestar y productividad, alineada con planes nacionales para combatir la obesidad.
Expertos alertan que estas políticas pueden generar estrés extremo, fomentar dietas no saludables o discriminar a quienes tienen condiciones médicas o poco tiempo para ejercitarse, como resultado de largas jornadas laborales.
Algunos programas exigen compartir datos personales sensibles —peso y altura— lo que pone en riesgo la confidencialidad y podía derivar en mal uso de esa información.
A nivel internacional existen iniciativas similares, como HealthyWage en EE. UU., que ofrece incentivos monetarios por metas de peso, pero el consenso señala que deben respetar estándares éticos y proteger a los empleados.
Las empresas chinas que pagan a sus trabajadores por perder peso reflejan una tendencia creciente en bienestar laboral. Sin embargo, para que estas iniciativas sean efectivas y justas, deben incluir supervisión médica, respeto a la privacidad, flexibilidad y vigilancia para evitar impactos negativos en la salud mental. En un mundo donde la salud corporativa influye en la productividad y economía, estas políticas requieren un enfoque equilibrado y humanizado.